miércoles, 2 de noviembre de 2016

Celos inoportunos

Cuando por fin llegó el autobús, recibí de inmediato cuatro llamadas seguidas de mi amiga Paola, y unos cuantos mensajes donde se hacía ver que estaba muy estresada. Se trataba de que había una pelea causada por Marta, y donde los protagonistas de ella eran Roberto y Carolina. Hubieron (hubo) gritos, insultos, empujones..., etcétera. Me extrañé demasiado por lo que había sucedido, dudaba entre si era algo serio o alguna típica discusión entre dos niños pequeños sobre quién ha pegado a quién. Llegué a la parada donde tenía que bajarme y sin dudar ni un segundo me dirigí hacia la casa de Paola, que vivía a unos diez minutos de mi hogar. Al tocar el timbre, me abrió la puerta lentamente sin hacer mucho ruido. Noté que el ambiente donde me encontraba no tenía nada que ver con lo que me había explicado, era silencioso y tranquilo, cómo si no hubiera sucedido nada. Resultaba claro que podía analizar la situación desde diferentes puntos de vista (¿cuáles?), hasta que me enteré bien de lo que ocurrió realmente. No había sido nada más que un absurdo e insorprendente malentendido de Carolina, donde había visto que Marta cogía rápidamente la mano de Roberto y la apartaba al mismo tiempo, que cuando lo observó, Carolina se puso de los nervios (demasiado coloquial)y sus celos de niña irritante se activaron en un instante (rima con irritante y resulta un ripio), cómo una alarma, cuando solamente Marta le estaba pasando una gomila de fresa. Fue allí cuando estallé de los nervios (ya dicho antes) al saber que era una patética y pésima pelea, y en todo caso, no producida por Marta, sino por los repugnantes celos de la niña controladora.

1 comentario:

  1. Demasiados nervios para un tema trivial. Se genera confusión con tantos nombres para un texto tan breve. Revisa las correcciones.

    ResponderEliminar

Gracias por participar en esta página.