Stanley C Gutierrez Día Amarillo 4 ESO B
La mañana fría. Típica del sitio. No se veía ninguna luz. El silencio de las calles te daba miedo. Las casas destruidas por el bombardeo de anoche. Cristales rotos por el suelo que hacían un "crac" cuando los pisabas. Todos sentimos tristeza cuando lo vimos. Nuestro país, otra vez en guerra. Era la segunda Guerra Civil de España.
El sargento apuntó con la mano al sitio al que quería que fuéramos. Tres de nosotros fuimos. Yo en el medio, Estábamos seguros de que había soldados comunistas escondidos entre los escombros esperándonos como el gato al ratón, y que solo atacan cuando es el momento adecuado.
No teníamos mucha munición y solo unas cuantas granadas entre todos. Veíamos la bandera de Los Rebeldes, la nuestra, media rota. Nos enfurecimos tanto que podíamos matar hasta cien hombres. Vimos que alguien se estaba escondiendo detrás de una pared casi derrumbada. Yo inmediatamente disparé y él cayó como una mosca. De repente salen de sus escondites y nos disparan. Tuvimos suficiente tiempo para ponernos a cubierto.
Tiramos unas cuantas granadas a un edificio y se derrumbó matando a varios enemigos. Mataron a varios de nosotros hasta que mi compañero tiró la última granada. Mataron a los dos que estaban a mi lado, Venían a por mi. Decidí abandonar al ejército para salvar mi vida. Hasta ese punto, no sabía cuánto afectaría mi vida.
lunes, 15 de diciembre de 2014
domingo, 14 de diciembre de 2014
Hace 7 años que vivo en
Londres, vivo con mi familia. Soy una persona a la que no le gustan los
cambios. Me dan miedo, pienso que lo voy a pasar fatal, pero siempre hay que
probar las nuevas experiencias. Antes vivía en España, allí tenía mi familia,
mis amigos, mi escuela, mi hogar. Allí me sentía cómoda y muy apreciada.
Solamente había un problema, que no veía casi nada a mi madre. Ella trabajaba
todos los días incluido fines de semana hasta las 11. Siempre estaba con mi
padre y mis abuelos. A veces tenían que hacerse cargo de nosotros y venir a
buscarnos al cole.
Hace 9 años una mañana del lunes
alrededor de las 12, pensaréis que ya
hace mucho, pero para mí es como si fuese ayer, estábamos viendo la tele y
llamaron a la puerta. Eran mis padres, nos tenían que dar una noticia. No valía
la pena saberlo Fue muy duro saberlo, a mi padre le habían detectado un cáncer de colon. Aunque era
muy pequeña, bueno 6 o 7 años, pasaba tanto
tiempo con mi padre, que para mí, fue supuso una gran tristeza.
Mis padres en ese momento necesitaban mucha ayuda, pero
para eso estaban los amigos y sobre todo, la familia. Muchas veces los amigos
nos llevaban al cine y a su casa a jugar y a pasar un buen rato, mientras a mi
padre le trataban la enfermedad. Éramos 4 hermanos, siempre nos apoyábamos unos
a otros, y nos cuidábamos mutuamente.
Entonces no comprendí hasta que punto aquello afectaría a
mi vida y a mi visión del mundo. Mi padre era muy importante para mí además en
esos años
siempre pasábamos el tiempo juntos. No podía aceptar ese cambio, me parecía que mi padre había desaparecido de mi vida.
Después de unos años cuando mi padre se
estaba recuperando, mi madre decidió venir a vivir a Londres. Todos muy
asustados pero vinimos para aprender el idioma. No ha sido muy difícil
adaptarse a la ciudad ya que veníamos solíamos a visitarla a menudo. Gracias a mis
padres soy feliz de cómo y dónde vivo.
Por Carla Pérez Escamilla
jueves, 11 de diciembre de 2014
Hecho por Vaughn Sutton-Cleaver
El Fantasma Vengativo
Mi nombre es Max soy o era, más bien dicho un hombre de grandes negocios. Era el mejor en ese ámbito, era el más rico, el más conocido, hasta que un día me desperté y me di cuenta de que la gente, ni siquiera me miraba, bueno, a eso no le di mucha importancia. Lo que sí que me dejo alucinado fue llegar al trabajo como hacia todos los días y darme cuenta de que nadie me miraba, o ni siquiera me saludaran. Yo fui a preguntarle a mi secretario, qué había pasado, pero ni caso.
Ese día estuve todo el día dándole vuelta a lo que me podría haber pasado, hasta que me di cuenta de que podría estar muerto, pero no podía ser, no me sentía muerto.
Fui a comprobarlo a las tumbas donde siempre dije que quería ser enterrado y entonces no comprendí hasta que punto, aquello afectaría a mi vida y mi visión del mundo.
No me lo podía creer,- ¿de verdad estaba muerto?-Me pregunté. Y vi a toda mi familia poniendo flores sobre mi ataúd.
Hecho por Diogo Nogal
Suscribirse a:
Entradas (Atom)