martes, 13 de diciembre de 2016



Me resultaba claro que podía analizar la situación desde distintos puntos de vista. Era difícil de decidir qué hacer. Yo soy el dueño de una tienda, no es muy grande ni muy bonitoa pero estaba orgulloso de ello de todas formas.
Me llamo Sadik y vivo en la ciudad de Chicago. Originalmente soy de Irán pero mis padres inemigraron a los Estados Unidos cuando tenía menos de cinco años. De pequeño ayudaba a mi padre en la tienda y aprendí todo lo que tenía que saber sobre ello. Cuando fallecieron mis padres cogí el cargo de la tienda.
Han pasado cinco años desde mi primer día como encargado pero no había estado en una situación como en el la que estaba. Chicago es una ciudad llenoa de crímenes y nunca te sorprende cuando alguien te intenta robar algo, en especial donde estaba localizada mi tienda que no era una zona muy amigable que digamos. Esta situación era una que ya había manejado a la que me había enfrentado muchas veces pero esta vez era un poco distinto.
Había entrado una mujer corriendo y había cogido toda la comida que podía y en una bolsa, tan rápidamente que casi no quedaba comida en la fila la estantería e intentó salir corriendo. Mientras salía corría pude detenerla cogiéndola del brazo. La mujer se callyó y la bolsa se fue volando a unos tres metros de donde estábamos. Me miró con una cara de pánico y de desesperación e intentó escapar, pero la estaba aguantando agarrando demasiado fuerte para que pudiera escapar. Al mirarla con más tranquilidad me di cuenta de que esta mujer era una vagabunda que siempre pedía dinero al final de la calle. A esta en concreto le daba siempre un dólar cada vez que venía y volvía del al trabajo. Me sentía traicionado por esto y sentía que si tenia hambre era porque estaba malgastando el dinero y no por falta de recursos.
Justo cuando iba a coger mi móvil para llamar a la policía me dijo rápidamente “Por favor es para mis dos hijos” Con esto me detuve, empezecé a dudar. Si realmente tuviera hijos  los habría visto por aquí en algún momento. Pero claro los podría tener ocultados en algún lado para que no se los lleven llevasen. Entonces pensé en mis padres, y lo que habían sacrificado para que yo pudiera tener una vida más digna.
La solté del brazo la miré fijamente en los ojos y dije “No te quiero ver por aquí nunca jamás” La mujer me miró y me señaló indicó con la cabeza que entendió había entendido lo que dije. Se levanto y justo cuando iba a salir corriendo le dije “llévate la comida también, anda, que ya está toda estropeada” Salió corriendo, recogió la bolsa y desapareció entre las sombras.
Al día siguiente, dia cuando iba a la tienda no vi a la mujer en la esquina en donde siempre se sentaba. Hasta la otra gente que pasaban parecían darse cuenta de esta ausencia.
Yo nunca había tenido hijos así que me alegraba que le había dejado irse reconfortaba mi decisión de haberla dejado irse. Como no tenía familiares era una cosa rara que pudiera mejorar la vida de alguien como mis padres me la mejoraron a mi.

1 comentario:

  1. Resulta incoherente que a la mujer que dejas irse y a la que tratas con desprecio diciendo cosas como que cogiera la comida porque estaba estropeada, te hiciera sentir mejor porque le habías mejorado la vida. La redacción está llena de errores ortográficos y de expresión. Revísalos.

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