martes, 17 de febrero de 2015

Carta de amor

Nunca olvidaré el día en que te vi por primera vez. Aquella sonrisa encantadora, aquellos ojos grises, aquella voz que hasta ahora desearía poder volver a oir... Te imaginaba como a un amigo solamente en aquel momento, pero tras varios meses me despertaste de un sueño profundo donde vivía entre rosas yertas y plantas muertas. Tu personalidad, tu forma de ser, tu manera de hablar... todas tus características funcionaron como flechas que me indicaron la salida del mundo de la miseria hacia un mundo más desafiante y emocionante. Fuiste como un color brillante que completaba en lienzo vacío de mi vida, la razón por la que procuro cambiar hacia lo bueno, el motivo de mi sonrisa. Nunca olvidaré cuando solías ser mi último pensamiento antes de dormir y la primera persona que aparecería en mi mente al despertar. Tus palabras, tus abrazos, tus tonterías, tus estupideces... todos estos elementos del mundo en que me trajiste me enloquecían. Pensaba que este mundo sería como el planeta Tierra. Esférica y sin límites. Pero me equivoqué. Me di cuenta de que no caminaba por un mundo, sino por un paisaje que veía mientras viajaba en el río de la vida, en un río que me impedía volver hacia atrás. Y ahora estoy muy lejos de aquellas vistas, muy distante de ti, viendo distintos horizontes en la vida. Pero aquel paisaje que vimos juntos será siempre uno de mis paisajes preferidos.

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